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  • Foto del escritorDra. Raquel Campos

HABLEMOS DE ANATOMIA. LA VULVA


¿Recordáis cuando os enseñaron en la escuela el aparato reproductor? Yo no sé vosotr@s, pero lo habitual eran risas, vergüenza o chistes. Lo que sí está claro es que a menudo nos quedaron dudas y que las vemos patente muchas veces en consulta, cuando muchas mujeres desconocen su anatomía y su función genital.



ALGO DE HISTORIA


Ya hemos hablado en alguna ocasión de cómo la anatomía genital femenina ha sido la gran olvidada en los estudios anatómicos, aunque no así en el arte, como se hace patente en las representaciones de vulvas en las cuevas del paleolítico, en las cuevas de La Ferrassie, en Le Blanchard, o en la cueva de Chufin, en Cantabria.



Los primeros anatomistas, como Leonardo da Vinci (1452-1519) Andrés Vesalio (1514-1554), describieron la vulva, de forma sistemática gracias a las disecciones, pero curiosamente no es hasta 2009 que conocemos con la mayor precisión los genitales externos femeninos, gracias a la descripción del clítoris mucho más extensa por parte de Helen O’Conell (ver https://www.dra-raquelcampos.com/post/hipertrofia-de-labios-y-algo-de-historia)



Y COMO SON LAS VULVAS


A mis pacientes las insto a que visualicen y conozcan sus genitales, ya que la gran mayoría nunca o muy pocas veces se han mirado con un espejo esta parte anatómica, a diferencia del hombre, que tiene ocasión de conocer sus genitales cada vez que necesita orinar, por ejemplo.


LO QUE VEMOS DE LA VULVA


La vulva está formada, de fuera adentro por unos labios mayores o externos, que por su cara externa están recubiertos por vello, con una piel pigmentada y rugosa, y por su cara interna se unen a los labios menores o internos. Son los equivalentes al escroto del hombre y su origen es el mismo. El volumen y tamaño de estos depende de la grasa que contienen, motivo por el que pueden variar con la edad o el cambio de peso.

Nacen desde el Monte de Venus y se extienden hasta su unión en el periné. La función de los labios mayores es ser la primera protección de nuestra vagina, manteniendo un ambiente húmedo, amortiguando presión externa, y evitando como primera barrera la entrada de patógenos.

Internamente a éstos, se hallan los labios menores o internos o ninfas, que recubren la entrada a la vagina o introito. Suelen ser mas delgados y cortos que los labios mayores y se extienden oblicuamente desde el clítoris hacia la zona posterior a ambos lados del introito. En su parte más superior, se unen por encima del clítoris para formar el capuchón del clítoris. Y en su parte más inferior o posterior, se fusionan en la línea media, en la horquilla perineal. Durante la fase de excitación en la respuesta sexual aumentan en grosor y longitud, alargando el canal vaginal un centímetro, y la piel cambia su coloración, a un color rojo brillante en nulíparas o rojo vinoso en multíparas (“piel sexual”).


El espacio comprendido entre la cara interna de los labios menores y la entrada de la vagina se conoce como vestíbulo

Y llegamos a la entrada de la vagina, o introito, que es un orificio, situado en la parte media, y en cuya entrada encontramos el himen.


El himen es una membrana que se halla perforada habitualmente en forma circular, pero existen muchas variantes, incluso el llamado himen imperforado, que requiere cirugía para permitir el sangrado menstrual. En las mujeres activas sexual y vaginalmente, el himen queda como un remanente, con las llamadas carúnculas himeneales a ambos lados de la entrada vaginal. Y existen algunas mujeres en las que el himen no se ve desgarrado con la penetración (conocido como ”himen complaciente”)


Por encima del introito vaginal vemos el siguiente orificio, que es el meato uretral, donde desemboca la uretra o conducto que, proviniendo de la vejiga, conduce la orina hasta su salida.


Y, por último, y el más importante, el clítoris, un órgano cuya función exclusivamente es la obtención de placer. Lo que visualizamos externamente es el glande del clítoris y su capuchón.

VOLVIENDO A LA HISTORIA, LOS VAIVENES DEL CLÍTORIS


La primera descripción del clítoris fue por Hipócrates, que lo consideró tan solo una protrusión y lo denominó úvula (por la semejanza de la úvula del paladar). La descripción anatómica del clítoris ha sufrido avances y retrocesos. Sorano de Efeso lo describió y le dio el nombre de kleitoris. Pero la anatomía genital externa femenina dio un paso atrás con Galeno, quien se olvidó del clítoris del que hablaban Aristóteles o los físicos de Efeso. Como curiosidad hay que comentar que durante la Edad Media se pensaba, como Galeno, que el clítoris era el productor del “esperma femenino”. Tampoco en el tratado anatómico de Vesalio se describió el clítoris. Fue Realdo Colombo (1515-1559) quien describió por primera vez anatómica y fisiológicamente el clítoris, otorgándole su papel en el placer sexual femenino. Llegando al s. XVII, tenemos a Regnier de Graaf, quién fue el más exitoso en compilar un trabajo de investigación sobre los genitales externos femeninos. Y a partir de aquí diversos anatomistas y ginecólogos describieron el clítoris, y su papel en la respuesta sexual femenina, pero muchos de estos trabajos quedaron en el olvido por motivos socioculturales. ¡¡¡¡Incluso se llegó a sugerir que la masturbación podía ser la causa de la histeria (según el Dr. Isaac Baker Brown)!!!!

Con Sigmund Freud, el clítoris volvió a adquirir un papel en la sexualidad femenina, quien diferenció los tipos de orgasmos según si se alcanzaban con estimulación del clítoris (y sugirió que era una sexualidad infantil, no madurada), o los orgasmos alcanzados por penetración. En la segunda mitad del s.XX, con los estudios de Masters i Johnson, Kaplan, etc, se hicieron nuevos avances, que siguen gracias a estudios de imagen, etc.




LO QUE NO VEMOS DE LA VULVA


Los labios mayores, como hemos visto están compuestos principalmente por tejido graso. En su cara externa, además del vello púbico, tenemos toda una serie de glándulas, como las sebáceas (de grasa), que proporcionan lubricación a la piel, las apocrinas que acompañan el folículo piloso (el pelo) y las ecrinas, que producen sudor. Y por su cara interna sería parejo, pero sin el folículo piloso. Durante la fase de excitación también sufren ciertos cambios, como el engrosamiento y una discreta obertura.



Los labios menores, por su lado, tan solo poseen las glándulas sebáceas, pero están dotados de un tejido eréctil y vasos sanguíneos que son los que dan lugar a los cambios en la fase de excitación de la respuesta sexual que comentábamos anteriormente.


Existen tres tipos de glándulas que nos ayudan a la hidratación y/o lubricación de la vulva. Unas son las glándulas de Bartholino, que se sitúan a nivel posterolateral del introito vaginal, a ambos lados y que, desembocan en el vestíbulo vulvar. Frecuentemente pueden verse infectadas, causando lo conocido como Bartholinitis o absceso de Bartholino, cuya solución a menudo es quirúrgica.


Tenemos también otras glándulas vestibulares, a ambos lados del introito vaginal, de menor tamaño que las de Bartholino y se hallan junto a éstas y su función se complementa.


Y las glándulas de Skene, que se encuentran en la cara inferior de la uretra y ocasionalmente pueden desembocar al lado del meato uretral, pero que habitualmente lo hacen en la misma uretra y de las que hablaremos, por lo tanto, al hablar de la vagina ……. y que tienen también un papel también muy importante en la respuesta sexual como veremos (un avance, eyaculación femenina vs squirting…).


Por último, pero evidentemente no el menos importante, sino al contrario, el clítoris. El clítoris es un órgano formado por un glande y un cuerpo con sus dos raíces y mide en su totalidad hasta unos 9-10 cm de largo y unos 3,5 cm de ancho. Está formado por un tejido eréctil. El glande del clítoris está recubierto por un capuchón, que cubre las 2/3 partes de éste habitualmente, y suele medir entre 1,5-2 cm de largo y hasta 1 cm de ancho. En el cuello de este glande existen glándulas sebáceas que forman una secreción (smegma)que a veces se puede acumular bajo el capuchón. Y a diferencia del glande del pene, en el clítoris, por un lado, no tenemos la desembocadura de la uretra y además posee dos frenillos en su parte inferior que se prolongan a los labios menores. Como el glande del pene, posee unos 8000 receptores sensitivos, pero dado su tamaño, sabemos que supone aproximadamente una densidad 50 veces mayor, es decir que en el glande femenino se concentra 50 veces más la sensibilidad comparada con el glande masculino. El cuerpo del clítoris va en dirección hacia arriba desde el glande y angulándose se dirige hacia abajo dividiéndose en dos raíces, largas delgadas y eréctiles. Junto a estas raíces se encuentran los bulbos cavernosos, que rodean la uretra y se llenan de sangre durante la excitación como ocurre en el hombre, pudiendo triplicar su tamaño.



Y todo ello se acompaña de sus vasos sanguíneos y los nervios encargados de dar hidratación y sensibilidad a la zona.


A mis pacientes les insisto en coger un espejo y conocer su vulva. Animaros a ello, y a conocerla, cuidarla, amarla y disfrutarla.

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